“Se suele pensar que la carne que vende Uruguay hoy es la misma que la que se obtenía de las primeras vacas que trajo Hernandarias y no es así”, enfatizó el Ing. Agr. (PhD) Gabriel Ciappesoni, director del Programa de Investigación en Carne y Lana del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA). El experto fue convocado a la radio para analizar los diferenciales de uno de los productos estrella que exporta el país y aseguró que ya no es mera “materia prima”, sino que tiene “valor agregado y ciencia detrás”.
“Si bien mucha de la carne uruguaya se vende al exterior igual que como la vemos en el supermercado y no como producto procesado, eso no quiere decir que no tenga valor agregado. El kilo que comercializamos hoy no es el mismo que el de hace 100 años, porque tiene detrás mucho trabajo de la ciencia, de los productores y de la industria. No en vano tiene los precios que tiene a nivel internacional”, afirmó el investigador.
Conocer el origen del producto y cómo fue criado, alimentado y qué impacto tuvo en el ambiente el animal, son solo algunos de los datos que el consumidor actual quiere tener y por los que está dispuesto a pagar más si marcan la diferencia, explicó Ciappesoni, quien aseguró que “ahí nos jugamos la imagen país y la confianza que generamos”.
En este sentido, la ciencia agropecuaria tiene la misión de respaldar con información sólida la imagen de las carnes de Uruguay en el mundo. “El rol que tiene INIA dentro de la cadena cárnica y lanera nacional es poder brindarle contenido y sustento científico a la marca país, para demostrar que lo que decimos no es un slogan, sino que realmente pasa”, señaló el experto
Detalló que el trabajo de INIA no solo vela por la visión, las demandas y las perspectivas de sus mandantes del Poder Ejecutivo, sino que también atiende las necesidades de los productores, que completan la Junta Directiva institucional. “Generamos las herramientas y el conocimiento para que puedan usarlos a su favor y tomar las decisiones más adecuadas para agregar valor a su producción”, detalló.
Ciappesoni señaló que en Uruguay se investiga para que el productor ganadero pueda ofrecer carne con calidad intrínseca, es decir, con determinada terneza, color y valores nutricionales, entre otros atributos, pero también extrínseca, que está vinculada con el proceso de producción, cómo se crío el ganado, si respetaron los estándares de bienestar animal, si se cuidó el ambiente. “Todo eso se incorpora en el precio final del producto”, dijo.
En esta línea, afirmó que “lo que se vende no es más un kilo de carne, es una experiencia. Los mercados a los que exportamos, como Europa, Japón y China, son muy exigentes. Es común el preconcepto de que ciertos destinos asiáticos no compran productos de buena calidad y en realidad eso no es más así. Hoy son muy exigentes y quieren saber lo que están comprando”.
La trazabilidad es un instrumento clave en el seguimiento y validación de estas características que demandan los mercados. “A veces no nos damos cuenta el valor que tiene, que justifica los precios a los que estamos vendiendo. Gracias a los datos que brinda podemos seguir indagando y sumando atributos a la carne uruguaya. En esa información radica el diferencial de precios”, apuntó.
También recalcó la importancia de la sinergia de la institucionalidad que impulsa estas innovaciones. “INIA, el Instituto Nacional de Carnes, el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca, y muchas otras entidades tienen que trabajar unidas para sacar el mayor jugo posible de la trazabilidad, que es algo que diferencia a Uruguay”.
Sobre el final, dijo que existen proyectos que apuntan a que los productores puedan sumar información que complemente la que se obtiene mediante las caravanas del ganado. “La idea es pensar en la ganadería del futuro, porque cuando los mercados se empiezan a complicar, al primero al que le dejan de comprar es al que no tiene certificaciones y datos que lo respalden. Por eso es importante el rol de instituciones como INIA, que validan con ciencia el sello de presentación del país”, concluyó.