Industrias y restoranes cerrados, supermercados trabajando en niveles mínimos, la logística paralizada, es la escena que domina todo el panorama en China, con un tremendo impacto en su economía y en la de los países que tienen en este destino —todos los exportadores de materias primas— como su principal cliente.
Lejos de comenzar a verse atisbos de que la situación comience a mejorar, los números oficiales —de los que muchos dudan— son cada vez peores. Solo ayer la cantidad de infectados por el temido coronavirus ascendió en 15 mil personas a 60 mil y los fallecidos se encaminan a los 1.500.
El impacto sobre las ventas de un producto como la carne vacuna es enorme. Muchas de las cadenas de restoranes donde se ofrece este alimento están cerradas. El Meat International Group (MIG), en un reporte de situación publicado ayer jueves, dio cuenta de grandes cadenas de restoranes que no abren. Además, cadenas internacionales como McDonald’s, Starbucks y Yum —que controla firmas como Kentucky Fried Chicken, Taco Bell y Pizza Hut— cerraron al menos 30% de sus locales de ventas en China.
Haidilao, una de las principales cadenas de restoranes del tradicional hot pot, cerró desde el 25 de enero hasta tanto la situación comience a verse controlada; la cadena Xibei, de Beijing, informó que 20 mil de sus empleados no están concurriendo a sus trabajos por el temor al virus; Panggeliang, otra cadena con más de 200 restoranes también anunció que los cierra hasta que mejore la situación.
La única vía que queda para comercializar la carne vacuna es al por menor, en supermercados o vía comercio electrónico. Pero MIG advierte que “el consumo por estas vías es menos de 10% del total” para este producto.
Las cámaras de frío estaban repletas de mercadería a la espera de las ventas adicionales durante los feriados del Año Nuevo chino, en la última semana de enero. Pero prácticamente no se vendió nada, por lo que siguen llenas. Esto impide la salida de los contenedores de los puertos, porque no hay dónde llevarlos. Las navieras están desviando mercadería a puertos alternativos como Taiwán y Singapur, elevando los costos de los exportadores, ya que las ventas se realizan puestas en el puerto de destino. Los importadores no se hacen de la mercadería y, por lo tanto, no la pagan —en la mayoría de los casos—, a la vez que solicitan retrasar embarques que estaban previstos para estos días. Por lo tanto, las cámaras de los exportadores también están llenas de mercadería. Además, tampoco realizan nuevas compras hasta tanto el panorama comience a verse un poco más despejado.
Los importadores chinos, así como los exportadores uruguayos, tienen el mismo deseo: que los precios no sigan bajando, porque de lo contrario sus enormes inventarios se seguirán desvalorizando.
Hasta tanto no comience a verse la luz al final del túnel, lo que predominará será la incertidumbre, muy mala compañera de los mercados. Los exportadores uruguayos buscan destinos alternativos, todos a precios sensiblemente menores a los que pagaba China hasta noviembre. A la fuerza, el mercado internacional de la carne vacuna, que lucía extremadamente favorable para la oferta en este año 2020, se está equilibrando. El cisne negro lo hizo de nuevo.
Shanghái, donde se realiza la feria del Sial en mayo —a la que concurre todo el sector cárnico uruguayo— queda a poco más de 800 kilómetros de Wuhan, en la provincia de Hubei, el epicentro del coronavirus.