En un año desafiante para la ganadería extensiva en el norte del país, el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA) ha abordado la importancia del manejo y una adecuada alimentación de las ovejas gestantes para lograr resultados óptimos en la producción de corderos. La presentación de este tema, en la jornada organizada en Artigas, estuvo a cargo del ingeniero agrónomo Ignacio De Barbieri, quien presentó estrategias que permiten reducir las pérdidas en esta etapa crucial.
Según De Barbieri, las ovejas gestantes tienen altos requerimientos nutricionales durante la fase final de la gestación, especialmente en situaciones donde puede haber escasez de forraje. Para abordar esta problemática, una de las principales recomendaciones es realizar un diagnóstico preciso de la situación. Para ello, se destaca la utilidad de la ecografía, una herramienta ideal para determinar qué “animales están preñados, cuántos fetos llevan y la fecha estimada de parto”, dijo el profesional. Esta información resulta fundamental para comprender los requerimientos individuales de cada animal y su condición corporal, permitiendo así ajustar las reservas corporales durante la gestación de manera adecuada.
En cuanto a los diferentes escenarios forrajeros, se analizaron diversas situaciones. Ya sea en campos naturales con pasto de alrededor de 800 kilos de materia seca y una altura de 4-5 centímetros, o en aquellos casos menos comunes con pasturas más abundantes o la posibilidad de acceder a suplementos o verdeos. La elección de la estrategia adecuada dependerá del contexto y las condiciones particulares de cada establecimiento.
En este sentido es relevante la priorización de las categorías de ovejas, con el objetivo de aumentar la cantidad de kilos de cordero destetados por oveja preñada. Se presentaron opciones para priorizar la alimentación de las ovejas melliceras que presentan una baja condición corporal, así como aquellas ovejas que se encuentran en buena condición y tienen menores requerimientos. En este sentido, se propone ajustar las reservas corporales de manera estratégica, permitiendo que lleguen al parto en una condición aceptable, evitando así una alta mortalidad de corderos y logrando un óptimo número de kilos de cordero destetados por oveja preñada.
De Barbieri resaltó la presentación de resultados de un trabajo donde se establecen las relaciones entre la condición corporal en ovejas Merino en suelos basálticos y los indicadores reproductivos, como el número y peso de corderos destetados o los corderos ecografiados. Estos resultados se basan en información internacional adaptada a los valores y sistemas de producción propios del país, lo que los hace altamente relevantes para los productores.
Según los hallazgos, se observa una correlación directa entre la condición corporal y el número de corderos ecografiados por oveja en su etapa final de gestación. Los resultados muestran que se alcanza un óptimo alrededor de 3 y 3,5 en la escala de condición corporal. Por un lado, no se justifica mantener ovejas extremadamente gordas con una condición corporal de 4 o 4,5, ya que esto no se traduce en un incremento significativo en la cantidad de corderos. Por otro lado, tener ovejas con baja condición corporal de 2,5 al momento del parto tampoco es favorable, ya que esto puede afectar negativamente la productividad.
El análisis de la condición corporal antes del parto revela que, cuando se implementa un excelente manejo alimenticio que se ajusta a los requerimientos de las ovejas, el número de corderos por categoría de condición corporal se mantiene constante. Esto significa que al proporcionar a las ovejas exactamente lo que necesitan, sin excesos ni carencias, no se ven afectadas sus reservas corporales. Sin embargo, durante la etapa de lactancia, suele ser desafiante satisfacer todas las necesidades alimenticias de las ovejas en entornos pastoriles, lo cual impacta en la variabilidad del número de corderos según su condición corporal.
Por lo tanto, en el caso de las ovejas melliceras, se recomienda que mantengan una condición corporal de 3, 3,5 o 4 al momento del parto. Esta condición óptima se traducirá en un mayor número de corderos y un incremento en los kilos de cordero destetado por oveja preñada.
Los resultados presentados por De Barbieri están enfocados en ovejas Merino y su relación con suelos basálticos; sin embargo, el profesional aseguró que los resultados presentados en la investigación son aplicables al resto de las razas y a otros sistemas de producción. “Si bien las gráficas presentadas son específicas para ovejas Merino, se cuenta con información para razas como Dohne y Corriedale, lo que permite adaptar los principios generales a diferentes contextos”. Puede haber variaciones en los valores o coeficientes para cada categoría de condición corporal, así como en la forma en que se modifica la condición corporal a lo largo del ciclo de vida de la oveja.
El experto del INIA aseguró que tener una buena condición corporal al momento del parto es crucial, ya que garantiza que la oveja esté bien nutrida y produzca un calostro de calidad. “Un calostro menos viscoso y más accesible para los corderos les proporciona un buen vigor al nacer, lo que les permite levantarse y mamar rápidamente. Esto resulta en una inmunidad diferenciada, un buen crecimiento y desarrollo, y una mayor producción de leche por parte de la oveja”.
En situaciones pastoriles, es desafiante satisfacer todas las necesidades alimenticias de las ovejas durante esta etapa, lo que puede generar variaciones en el número de corderos según la condición corporal. Sin embargo, “mantener una buena condición corporal al momento del parto minimiza la brecha entre los corderos nacidos y los corderos destetados, asumiendo que las mayores tasas de mortalidad ocurren alrededor del parto”.
El Ing. De Barbieri destaca que, aunque se realice un gran esfuerzo durante la gestación para proporcionar alimentos y suplementos, así como priorizar los recursos forrajeros, las condiciones ambientales adversas, como los temporales, pueden afectar significativamente a las ovejas bien alimentadas. Por lo tanto, es fundamental implementar una estrategia de manejo del parto que minimice los riesgos asociados a las condiciones ambientales.