La veterinaria y auditora Patricia Rovella, especialista en bienestar animal en la cadena cárnica, analizó en su cuenta de X las fallas que pueden derivar en incidentes como el reciente rechazo de un barco con ganado en Turquía. Su planteo apunta a que el sistema necesita estándares más estrictos y verificables en cada etapa del proceso.
Para Rovella, el primer punto crítico es la trazabilidad. Señala que la verificación debería hacerse con doble lectura —electrónica y visual— conciliada automáticamente con la nómina oficial y con un registro final previo al embarque. “Cualquier discrepancia debe impedir la carga”, advirtió.
También remarcó que la aptitud individual del ganado no se limita al examen sanitario: deben evaluarse condición corporal, lesiones, podología, tolerancia al estrés térmico y comportamiento, porque “no todo animal está apto para un viaje de varias semanas”.
El embarque es otra etapa sensible, donde propone trabajar con menor densidad por corral, pisos antideslizantes, manejo de bajo estrés y un plan operativo que permita continuar trabajando si se detiene la maniobra. Durante el viaje, sostiene que las condiciones deben ser completamente auditables, con ventilación, temperatura y humedad monitoreadas en tiempo real, suministro continuo de agua y ración, y registros diarios del veterinario a bordo sobre la salud y el comportamiento del rodeo.
Rovella subraya además la necesidad de profesionalizar al personal embarcado. La tripulación —dice— debe estar certificada para interpretar signos tempranos de sufrimiento, actuar ante emergencias sanitarias y aplicar técnicas de bajo estrés. También plantea que el plan de alimentación e hidratación debe basarse en cálculos diarios según el peso total transportado, con agua disponible las 24 horas, dieta autorizada y registros automáticos de consumo.
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El componente sanitario exige monitoreo constante: rondas clínicas dos veces al día, control de movilidad, lesiones y signos respiratorios, y un sistema de alertas tempranas para detectar tos, depresión, intolerancia al calor o reducción en el consumo. El barco, agrega, debe contar con un espacio de aislamiento, kit clínico y un procedimiento validado para el manejo de mortalidades, además de protocolos que permitan un cambio de ruta o una descarga anticipada en caso de fallas ambientales.
Otro de los puntos fuertes de su análisis es la necesidad de transparencia operativa. Sostiene que todos los actores deben compartir información en tiempo real sobre trazabilidad, ambiente, consumo y registros clínicos, para reducir incertidumbre y evitar errores documentales, “la causa principal del rechazo reciente”.
El hilo concluye con una idea central: el bienestar animal en transporte marítimo es un componente técnico y completamente auditable. Cuando falla, afirma Rovella, afecta a los animales, a los productores y a la reputación sanitaria del país.
Por eso insiste en la necesidad de avanzar hacia un “protocolo único y auditable”.
