Fernando Lugea, el nuevo presidente de la Sociedad de Productores de Leche de Florida (SPLF) tiene un fuerte vínculo familiar con la lechería y apostará a trabajar en equipo. La familia Lugea es parte de la lechería uruguaya desde 1927. Hoy maneja un predio de 158 hectáreas —con 190 vacas en ordeñe— en sociedad entre tres hermanos, ubicado junto al pueblo de Mendoza, Florida.

Fernando es el único que reside en el campo y combina la gestión diaria del tambo con su nueva responsabilidad como presidente de la SPLF. A los 87 años, su padre Miguel sigue siendo un apoyo clave en la actividad familiar, manteniéndose muy activo y siendo una fuente constante de consulta. A continuación, la entrevista que concedió en La Lechera a poco de haber asumido en su cargo. 

¿Cómo describís la realidad de tu establecimiento?

Somos de los tambos más antiguos que siguen en actividad en Florida, arrancamos en 1927. Es un predio de 158 hectáreas, de las cuales dos tercios son arrendados dentro de la familia. Ordeñamos 190 vacas, todo sobre base pastoril: sorgo en verano, raigrás en invierno y rotaciones clásicas de pradera de tres años. La reserva es relativamente poca, pero complementa la alimentación. El tambo funciona como sociedad entre mis hermanos Gabriela y Miguel Francisco, y yo, que estoy más en la gestión diaria. Además, vivo en el propio establecimiento, mientras ellos residen en el pueblo de Mendoza.

Contamos con tres empleados contratados y un sobrino que también trabaja en el tambo. A esto se suma el apoyo de mi padre, que con 87 años sigue arreglando porteras, haciendo comederos y siempre dando una mano. Mi hermana se encarga de la parte administrativa y de registros, y mi otro hermano está más retirado de la actividad cotidiana. Es un esfuerzo muy familiar, donde cada uno aporta desde su lugar.

 ¿Cómo ves la situación del sector primario en este momento?

Este año ha sido muy positivo. Venimos de un invierno benévolo y una primavera buena, lo que contrasta con el año pasado, cuando las lluvias y los barros nos complicaron mucho. Acá los suelos son frágiles, se desfondan con facilidad y los caminos se estropean enseguida. En ese sentido, el clima de 2025 ha sido un aliado.

En lo internacional, los precios se han mantenido estables, y eso es clave para nosotros. La estabilidad permite planificar, invertir y tener certezas sobre los ingresos. Cualquier variación nos golpea de inmediato, porque el tambero maneja márgenes muy ajustados. A veces uno espera que suba, pero lo importante es que no caiga y que se pueda trabajar con números claros.

 Tu familia tiene una larga tradición gremial. ¿Cómo llegaste a la SPLF?

Los servicios de la Sociedad se usaron siempre en mi casa. Mi abuelo fue socio honorario en los años 80 y mi padre también estuvo muy vinculado. Me sumé a la comisión directiva hace seis años, invitado por mi amigo Fabián Hernández, que me impulsó a dar el paso. Estuve dos períodos como suplente, luego ingresé como segundo vicepresidente y ahora me toca asumir la presidencia.

Vengo de una familia de gremialistas: mi bisabuelo fue fundador y primer presidente de la SPLF, y mi abuelo también ocupó la Presidencia. Con esa historia, de alguna forma era natural que me tocara seguir el camino. Para mí es un honor representar a los productores de Florida desde este lugar.

 ¿Qué perfil pensás darle a tu gestión como presidente?

El foco es claro: beneficiar al productor en todo lo que esté a nuestro alcance. Eso implica escuchar, estar atento a las necesidades, trabajar en equipo y representar de la mejor manera posible a los tamberos en cada ámbito. La SPLF siempre se ha caracterizado por el trabajo colectivo y pienso seguir en esa línea. El desafío es grande, porque ser presidente demanda más exposición y responsabilidad, pero no es un cambio abismal. Florida tiene una tradición de trabajo en equipo dentro de la sociedad y eso facilita las cosas. Ya me ha tocado representar a la gremial en otros ámbitos y lo que siempre busco es escuchar a los colegas, informarme bien de las necesidades y actuar en función de ellas.

 Uno de los temas en la agenda es el desarrollo del predio de María Dolores. ¿Qué expectativas tenés?

Las expectativas son grandes. El planteo de que las gremiales gestionen ese espacio con destino final a los productores es lo más sano. Lo importante será hacerlo de manera eficiente y a costos controlados. Si logramos que lo que se produzca allí llegue al productor con beneficios concretos, sea en forma de insumos más accesibles o de materias primas difíciles de conseguir, estaremos cumpliendo la tarea.

Ese predio puede transformarse en una herramienta muy valiosa. Habrá que trabajar con los técnicos, evaluar las posibilidades y, sobre todo, mantener siempre como norte que el productor sea el beneficiario directo. Si logramos que le llegue alimento a un costo más bajo o insumos de difícil acceso, la gestión será un éxito.

 

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