María Paula Vila, jefe de Enoturismo del Instituto Nacional de Vitivinicultura (INAVI), explicó cómo la pandemia ha despertado el interés del público uruguayo por descubrir y explorar las bodegas de su propio país. En un giro inesperado, los uruguayos comenzaron a valorar y visitar las bodegas, generando un cambio significativo en la percepción de estas tradicionales joyas vinícolas del país.

"El uruguayo empezó a conocer su propio país y a recorrer", destacó Vila, quien resaltó que las bodegas se han adaptado a esta nueva demanda, ampliando sus propuestas y circuitos para recibir a los visitantes. “Anteriormente, las bodegas estaban asociadas a un selecto grupo de personas con acceso a visitarlas, pero ahora se han convertido en destinos turísticos cada vez más populares, especialmente en la región sur del país” dijo.

La experta en enoturismo destacó que ha surgido un creciente interés por parte de los uruguayos en conocer las bodegas, llegando incluso a realizar tours en los que visitan varias en un mismo día. Este cambio de actitud ha sorprendido gratamente a las bodegas, que ahora reciben a grupos de turistas locales que desean descubrir el fascinante mundo del vino. Esta tendencia, impulsada por la pandemia, ha permitido que los uruguayos valoren no solo la calidad del vino, sino también la historia y las tradiciones familiares que se esconden detrás de cada etiqueta.

"El enoturismo no se trata solo de comprar una botella en un estante o en un restaurante, sino de conocer a quienes lo elaboran", explicó Vila. Este aspecto diferencial es uno de los pilares fundamentales de las bodegas de Uruguay, que ofrecen a los visitantes la oportunidad de conocer de cerca a las personas que crean estos vinos, descubrir sus historias familiares, desde los abuelos hasta las generaciones actuales, y presenciar el legado de viñas centenarias que aún producen uvas de excelente calidad.

Uruguay y el tannat en el mundo

Uruguay ha tenido un largo proceso para posicionarse en el mercado internacional del vino. Comenzó exportando principalmente vino de mesa, pero luego se dio cuenta de la importancia de diferenciarse a través de sus variedades de uva. La cepa insignia del país, el Tannat, ha sido clave en este proceso.

Si bien ha sido un desafío debido al tamaño reducido del mercado uruguayo en comparación con otros países productores, el hecho de que las bodegas sean en su mayoría familiares y que continúen de generación en generación ha sido un diferencial único. "El mercado es limitado, pero el ser una familia y tener una variedad de uva tan distintiva nos ha ayudado a posicionarnos y diferenciarnos", afirmó Vila.

Uruguay es reconocido por su compromiso con la calidad y la tradición vitivinícola, factores que han despertado el interés y la curiosidad en otros países. “Hoy en día, Uruguay se posiciona como un destino enoturístico especial y diferente, que busca destacarse no solo como productor de vinos, sino también como un lugar que ofrece una experiencia auténtica y enriquecedora para los amantes del vino” explicó la especialista.