Los números informados por la Dirección de Estadísticas Agropecuarias del Ministerio de Ganadería confirman lo que se preveía: el área agrícola de verano crece en cerca de 100 mil hectáreas, que se suman a otro tanto adicional que había ocupado la agricultura con los cultivos de invierno. En muchos casos —seguramente la mayoría— se trata de las mismas chacras, pero hay que tenerlo en cuenta, porque son 100 mil hectáreas menos que salen de la ganadería de carne y leche a lo largo de todo el año, tanto en invierno como en verano.



Si se suma el área de cultivos de invierno y verano de secano con destino a la producción de grano —que es lo que informa DIEA— en 2021/22 y se agrega la superficie de arroz, acumulan 1,95 millones de hectáreas, 210 mil más que en 2020/21. Es la mayor superficie agrícola desde 2014/15, siete años atrás.
Quedan pocas dudas en cuanto a que este fue uno de los factores que impidió que la fuerte suba en el precio del gordo derramara a las categorías de reposición, fundamentalmente al ternero. La relación 1/1 entre el precio del novillo gordo y del ternero, que se mantuvo con escasas oscilaciones durante todo el segundo semestre del año, tiene que ver con que la agricultura le sacó una porción relativamente importante de las tierras de mayor potencial productivo.
Pero no es el único. La cautela de los productores, al tener fresco el recuerdo de lo que sucedió en 2019 —cuando muchos compraron cara la reposición y luego enfrentaron un drástico reacomodo a la baja en los precios del gordo— también incidió.
De todas formas, parte del crecimiento agrícola termina como insumo para la alimentación del ganado, aunque es una porción menor, fundamentalmente trigo y cebada de calidad regular, además del maíz y el sorgo. Si se sigue consolidando el escenario de sequía, serán insumos que se harán valer en los próximos meses.